Su vida lleva cuatro años y medio en modo pausa. Esperando paciente que alguien active el play que le conceda la legalidad en España. Este padre de cuatro hijos no es un sin papeles al uso. La definición más acertada para Saleem Ahmed, de Cachemira, es la de un paria que lleva tres años y cinco meses durmiendo en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, adonde llegó tras un infernal viaje de año y medio por medio mundo a las órdenes de la mafia a la que pagó 6.000 euros para que le llevaran a España.
Abandonó su casa para permitir a sus hijos el futuro que, asegura, «nunca tendrán en Cachemira». Pero no imaginó que el viaje, que pagó al contado vendiendo tierras, sería un paseo por el infierno de Pakistán, Kenia, Burkina Faso, Malí, Argelia, Marruecos y, por fin, España, para acabar en el limbo del que espera eternamente a ser devuelto y no puede hacer nada. De los 40 que salieron juntos de cachemira, cuatro murieron en el desierto de Argelia, donde pasaron seis meses escondidos hasta que los traficantes de personas les sacaron de allí. Pero en sus recuerdos martillea una aldea de Burkina Faso a la que llegó tras un viaje de 60 horas en un tren. «El sitio más pobre del mundo. Solo había dolor».
Ruega en voz baja ayuda. Que alguien «por favor» pulse de un vez el play que mueva otra vez su vida.
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