Canberra "acoge" a los inmigrantes clandestinos en una isla en pleno Océano Índico, a más de 1000 kilómetros del continente. Encajado entre el bosque tropical, abruptos acantilados y el mar, el Centro de retención de refugiados de Christmas Island aparece como una anomalía.
Según el New York Times, costó 370 millones de dólares y tiene una capacidad de 1200 personas. Christmas Island es una isla australiana del Océano Índico situada a 350 km de Indonesia y a 1600 km de Australia, la madre patria. El centro abrió en Navidad, hace algo menos de dos años. Pero ya está casi saturado. Barcos llenos de refugiados procedentes de Afganistán y de Sri Lanka no dejan de llegar.
Este año, 2000 “boat people” han sido enviados a la isla. Hasta el punto que el Primer Ministro australiano Kevin Rudd, “acusado por la oposición de ser demasiado suave en cuanto a inmigración ilegal”, contactó el presidente indonesio para que este último hiciera interceptar un buque de carga procedente de Malasia que se dirigía hacia Australia con 260 Srilanqueses a bordo.
El vuelco de Kevin Rudd
El estacionamiento de migrantes clandestinos en una isla tan distante suscita la ira de las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, las cuales se indignan al ver que se pueda tratar cuestiones tan graves a millares de kilómetros de distancia. Según el diario newyorquí, Kevin Rudd sigue siendo impasible: “No presentaré en absoluto ninguna excusa con relación a la dura línea adoptada en cuanto a inmigración clandestina en Australia”.
Las ONG, abogados y medios de comunicación piensan que esta manera de hacer tiene por objeto mantenerlos a distancia de esta política “de la vergüenza”. El Gobierno australiano hasta ahora prohibió a todo periodista llegar a la isla.
Paralelo con Guantánamo
Elegido en noviembre de 2007, el laborista Kevin Rudd había prometido que iba a modificar la política llevada a cabo por su antecesor, el conservador John Howard. En febrero de 2008, parecía haber materializado su promesa poniendo fin a la “solución Pacífica”. Introducida en 2001, esta medida consistía en aparcar a los solicitantes de asilo en campos de retención en las islas del Pacífico de Nauru y de Manus, en Papouasia Nueva Guinea.
El vuelco de 180 grados de Kevin Rudd había sido saludado. En la actualidad, la gente se extraña del vuelco de un Primer Ministro. Se pensaba que se había distanciado mucho de John Howard. Cuando aún era jefe del Gobierno, este último había procurado que los solicitantes de asilo paguen su estancia para el tiempo que habían pasado en centros estatales. El desencanto es perceptible. Algunos comparan ya a Christmas Island con Guantánamo o con Port Arthur, en la isla australiana de Tasmania, una cárcel de la triste época del Imperio británico.
Australia: Christmas Island, un Guantánamo para los inmigrantes
En el encantador marco de una isla tropical, a cientos de kilómetros de la costa australiana, el Gobierno australiano está construyendo, en medio del Océano Índico, un centro de detención para inmigrantes de última generación, que tiene más de una semejanza con el campo de detención de Guantánamo Bay. Christmas Island es uno de los territorios más remotos de Australia (está más próximo a Indonesia, a sólo 360 kilómetros de distancia de Jakarta). Como Lampedusa (al sur de Sicilia, donde llegan numerosos migrantes africanos, NdT), es una isla turística, y las agencias de viaje ofrecen vuelos regulares, pero muy costosos, a los que quieren venir a pasar unas vacaciones en la playa y de buceo.
Pero pronto se convertirá en el centro de detención más grande y “high tech” de Australia, donde los presos estarán separados del mundo no solamente por alambres y sistemas de vigilancia electrónica, sino también por cientos de kilómetros de océano. El “Christmas Island centro de detención inmigración” fue pensado a principios de 2001, y debía ser terminado en 2002, inmediatamente después de la “crisis” migratoria del buque Tampa y la “Pacific Solution” que resultó.
Una historia que había empezado en agosto de 2001, cuando la marina australiana fue enviada entre Timor-Este y el Océano Índico para supervisar e interceptar barcas encargadas de solicitantes de asilo que se dirigen hacia Australia, en el marco de la operación militar “Relex” (precursora de la “Operación Frontex” en el Mediterráneo).
La primera deportación
Tras la interceptación del buque noruego Tampa, que había socorrido a centenares de afganos que se encontraban en una barca en dificultad, parte de Indonesia, la unidad australiana (en realidad una unidad de élite de las tropas aéreas especiales australianas) tomó el control del buque y trasladó de fuerza a los solicitantes de asilo a una nave que los llevó hasta la isla de Nauru.
Allí, se examinaron sus solicitudes de asilo, y aquellos que consiguieron una protección fueron orientados hacia distintos países de acogida. Esta estrategia tomó el nombre de “Pacific solution”.
Un buque australiano patrulla hoy aún en las aguas del norte de Christmas Island para detener toda embarcación de emigrantes que se dirigen hacia sus costas y hacia el territorio australiano. Christmas Island forma parte de la consecuencia del “Pacific solución”, con Nauru y algunos otros campos para los migrantes, en la isla de Manus y en Papuasia Nueva Guinea. Al principio, el centro debía costar 230 millones de dólares y se había planeado para albergar a 1.200 inmigrantes.
Pero en 2006 el centro todavía no estaba terminado. El presupuesto había estallado hasta 500 millones y las plazas reducidas a 800. Algunos testimonios de los trabajadores de la isla dicen que los costes alcanzarán el millón de dólares incluso antes que el centro esté terminado. Por el momento la fecha de final de los trabajos está fijada para diciembre de 2007. El mantenimiento de las implantaciones actuales cuesta 6,8 millones de euros anuales y el Departamento para la inmigración reconoció que cuando el nuevo centro se termine los costes serán claramente superiores.
Los planes del nuevo centro y los detalles de la estructura llegaron recientemente a los medios de comunicación, revelando una prisión para migrantes terriblemente “high tech”. El centro se equipará de instrumentos de control y vigilancia muy modernos, excesivos con relación a su uso efectivo. En efecto la mayor parte del plan de seguridad del centro parece ser de un nivel que está a la altura de una utilización de los lugares donde serían detenidos algunos terroristas o presos militares, como en Guantánamo Bay. Y a causa de estas medidas, numerosos aspectos suscitan una determinada perplejidad.
Autor: Stéphane Bussard y Damian Spruce
jueves, 3 de diciembre de 2009
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